SÍNDROME DEL CUIDADOR CANSADO Carmen María Navarrete Gómez / Enfermera¿Existe realmente este síndrome? ¿Qué es? ¿Cuál es el perfil del cuidador cansado? ¿Qué síntomas desarrolla el cuidador? ¿Qué consejos podemos ofrecerle a los cuidadores como personal sanitario?
Cuando hablamos del proceso de enfermedad, de discapacidad, del enfermo crónico o del propio anciano, lo primero que pensamos es en esas “personas enfermas” o en ese anciano. Al centrarnos en el enfermo y su proceso, corremos el riesgo de olvidarnos de todas aquellas personas que dedican una parte muy importante de su tiempo a cuidar de ellas. Estas personas son las encargadas de cubrir las necesidades básicas e instrumentales que cualquier persona tenemos y que el enfermo debido a su proceso, no puede satisfacer por él/ella mismo/a. Por otro lado también cubre las necesidades psicosociales y como consecuencia de todo ello, existe el riesgo de que ese cuidador principal sobre el que recaen todas las responsabilidades derivadas del proceso de la enfermedad, sufra una serie de problemas físicos, psíquicos y sociales, por lo que puede verse alterada la capacidad que estas personas tienen para atender al enfermo.Pero, ¿cómo definimos más concretamente este síndrome? Es un trastorno común caracterizado por un cuadro plurisintomático que afecta a la esfera biopsicosocial de la persona cuidadora, por lo que encontraremos repercusiones físicas, mentales y sociales entre otras. Todo ello puede llevar al cuidador a una sobrecarga, desgaste y a un grado de frustración tal, que finalmente tenga que desistir en sus labores de cuidado. El cuidado de una persona con menor o mayor grado de dependencia, es siempre una dura carga para cualquier persona que asuma esta tarea y es frecuente que pueda sentirse incapaz de afrontar la responsabilidad que esto conlleva. Se da en aquellas personas encargadas de cuidar y cubrir las necesidades que surjan en las actividades de la vida diaria del enfermo, aquellas necesidades que por su proceso, el enfermo no puede satisfacer por sí mismo. Este síndrome es provocado por el cambio radical que sufre el cuidador en su modo de vida y el desgaste que provoca ver cómo un ser querido va perdiendo progresivamente sus facultades físicas, mentales y sociales conforme avanza el curso de la enfermedad. El cuidador va perdiendo paulatinamente su independencia, porque el enfermo cada vez lo absorbe más, deja de lado el tiempo que todo el mundo debería destinarse a uno mismo, al ocio, a las aficiones, a la vida social y aparca su proyecto de vida para atender al enfermo. Este cuidador, para algunos autores no deja de ser un paciente oculto tras el enfermo al que cuida, por lo que es necesario un diagnóstico precoz del síndrome y una intervención inmediata antes de que el deterioro que sufra llegue a ser irreversible. En todo ello el personal de enfermería (el personal sanitario) tiene un papel esencial, siendo capaz de detectar con la suficiente antelación el riesgo de sufrir este síndrome e intervenir para que no llegue a instaurarse, brindando información, ayuda, apoyo y recursos al cuidador. Esta responsabilidad recae en gran medida sobre el/la enfermero/a de atención primaria.A lo largo de los años, se ha podido determinar con mayor exactitud el perfil que comparten las personas con el síndrome del cuidador ya instaurado. Ello ayuda al personal sanitario a anticiparse a los síntomas e intentar prevenir incluso el riesgo de sufrir este síndrome en futuros casos. En nuestra sociedad, son normalmente los propios familiares los que asumen el papel de cuidadores, no quiere decir que una persona ajena a la familia, cuide al enfermo y no pueda sufrir el síndrome del cuidador cansado. Como cuidador entendemos a cualquier persona que dedica su tiempo a cuidar y por tanto a cubrir las necesidades el enfermo que tiene a su cargo. En este caso nos centraremos en el perfil de una persona que asume la responsabilidad e cuidar a uno o varios miembros de su familia. Al revisar diversos estudios y tesis, encontramos que un 82,4% del rol de cuidador recae sobre la mujer y el 17,6% restante sobre el hombre, mientras que si nos centramos en el parentesco casi el 50% recae sobre las hijas, seguidas del cónyuge. Por lo tanto,con este perfil, en España, nos encontramos en su gran mayoría a mujeres, de mediana edad, que rondan los 40-50 años y se la cataloga como “la cuidadora de la familia”, es voluntariosa, trata de compaginar el cuidado de su familiar enfermo con sus responsabilidades normales, espera ayuda de su entorno más cercano y piensa en un principio que la situación será llevadera y no por demasiado tiempo, normalmente sin actividad laboral retribuida o se ve obligada a rescindir su contrato para centrarse en el cuidado del familiar, con bajo nivel educativo y renta baja. Sin embargo, poco a poco, sobre ellas recae directa y exclusivamente cualquier tipo de responsabilidad (medicación, cuidados, higiene, alimentación, vestuario, etc.) en lo que al cuidado del enfermo se refiere, va perdiendo de manera paulatina su independencia, asume cada vez más carga física y psíquica, se desatiende a ella misma y ve mermada su calidad de vida e incluso su salud. Finalmente, esto desemboca en mujeres que ven alteradas sus relaciones familiares, de pareja y sociales, su desarrollo personal y su tiempo libre.Como consecuencia de este proceso de cuidado, de asumir el rol del cuidador y de la sobrecarga que sufren, pueden desarrollarse una serie de síntomas entre los que podemos encontrar:Síntomas físicos: dolores osteoarticulares, cefaleas y migrañas, alteraciones del sueño, palpitaciones, trastornos digestivos, problemas de memoria, úlceras, anemia, hipertensión, infecciones cutáneas, debilidad crónica, etc.Síntomas psíquicos: estrés, ansiedad, depresión, irritabilidad, sentimiento de culpabilidad, cambios de humor, agresividad, etc.Alteraciones sociales: aislamiento, soledad, pérdida de tiempo libro, abandono o divorcio, problemas laborales, rechazo familiar, etc.Los síntomas que presente el cuidador cansado, van a depender de múltiples factores y se instauran de manera paulatina en el tiempo. Como consecuencia se ve deteriorada notablemente la calidad de vida del cuidador y la probabilidad de ser incapaz de continuar con el cuidado del enfermo crónico, anciano o discapacitado. Algunos consejos para el cuidador principal: No tiene por qué ser el único cuidador, es importante delegar responsabilidades en su entorno o pedir ayuda externa.Comunicarse con la familia, el entorno y exponer los sentimientos, la evolución del paciente, los temores, etc., y así hacerles partícipes de un problema que es común e imprescindible para el bienestar del cuidador principal y evita el sentimiento de culpabilidad en un futuro.Evitar el aislamiento social. Las relaciones sociales son vitales. No perder el contacto con amigos, vecinos, etc.Seguir unos hábitos de vida saludable: ejercicio, alimentación equilibrada, etc.Puede acudir a asociaciones donde se reúnan personas que están viviendo una situación similar. Allí podrán recibir información, consejos, ayudar, apoyo. etc.Mantener un tiempo reservado para uno mismo y su propio cuidado físico, psíquico y social. Además de realizar siempre alguna actividad (aficiones propias) que le guste: leer, ir al cine, pasear, escuchar música, el deporte, la montaña, la playa, etc.Preservar y potenciar la autonomía que tenga la persona enferma para realizar las actividades de la vida diaria, aunque tarde más tiempo o las realice con mayor dificultad, favoreceremos su independencia en esas tareas y potenciaremos de igual manera su autoestima.Evitar situaciones estresantes, planificando previamente las situaciones que creemos conflictivas.No dudar en ponerse en contacto con los profesionales sanitarios, hablar con su enfermera/o del problema, de los sentimientos negativos que surgen. Pedir información sobre las alternativas que tiene, ayuda, contacto con otros profesionales, apoyo, etc. La formación también es imprescindible para llevar de manera saludable el cuidado de un enfermo.________________________________________________________________________
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Revista Ávila en Salud
Temática: Vida sana - Salud - Bienestar
Referencias del Artículo:
4ta. edición, página 114-115-116.
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