martes, 16 de mayo de 2017

Hablemos de Virus...



BREVE RESEÑA SOBRE EL
VIRUS HERPES ZÓSTER
culebrilla”, “culebrón” o “fuego de San Antonio”.



Por Alberto García Cabello;
Médico de Familia


                

Herpes zóster hace referencia a una enfermedad viral producida por un virus perteneciente a la familia Herpesviridae, denominado herpes varicellae o virus varicela zóster (VVZ).
                La reactivación del virus, que se halla en el organismo en estado latente, ocasiona una erupción cutánea (mácula-vesícula-costra) quemante y dolorosa. Dicha lesión se agrupa a lo largo de un dermatoma, que es   el área de piel inervada por un solo nervio raquídeo y su ganglio espinal.

                El término varicela zóster deriva del griego, y viene a significar “reptar” y “cinturón”, esto es, lesiones reptantes que siguen un trayecto en banda o cinturón.
                En España también se conoce a esta patología como “culebrilla”, “culebrón” o “fuego de San Antonio”.

Historia
                Enfermedades ampollosas están descritas desde hace muchos siglos en los textos médicos; ahora bien, no fue hasta finales del siglo XVIII cuando el afamado médico inglés W. Heberden estableció la diferencia entre zóster y viruela.
R. Bright afirmó en el primer tercio del siglo XIX, que la enfermedad surgía del ganglio de la raíz dorsal (los ganglios de la raíz dorsal o ganglios espinales son un grupo de nódulos situados en las raíces dorsales o posteriores de los nervios de la médula espinal y donde se alojan los cuerpos de las neuronas de la vía aferente del sistema nervioso periférico). Esta hipótesis sería confirmada por F. von Bärunsprung a mediados de dicho siglo.
                A principios del siglo XX se observó que ciertos casos de varicela se producían en individuos jóvenes que convivían con pacientes mayores afectados por el zóster; esto hizo pensar, que ambas enfermedades estaban causadas por el mismo virus. De hecho, se demostró que el líquido linfático de un enfermo de herpes zóster era capaz de inducir cuadros de varicela en sujetos jóvenes. A pesar de ser considerada una enfermedad relativamente benigna, fue  en los años 50 del pasado siglo cuando se demostró que podía ser fatal si afectaba a personas inmunodeprimidas.
                El VVZ fue aislado en 1953 por el médico norteamericano, y Premio Nobel, Thomas H. Weller.

Distribución
                El virus se halla distribuido por todo el globo, y no es estacional.
                Afecta alrededor de un 20% de la población. Ciertos estudios afirman que las personas de raza blanca presentan mayor riesgo de padecerlo.
                Parece ser que la incidencia se sitúa en torno a un 5 por 1000; siendo ¾ partes de los casos en mayores de 50 años.
                Aproximadamente una cuarta parte de los pacientes que padecen un zóster desarrollan algún tipo de complicación; siendo la neuralgia postherpética la más frecuente.

Etiología y Patogenia
                El herpes varicellae o virus varicela zóster pertenece a la familia Herpesviridae, siendo clasificado como Virus del Herpes Humano 3, siendo este su único serotipo. El reservorio del microbio es humano exclusivamente.
                Es un virus ADN lineal y de doble cadena, no segmentado, y protegido por una envoltura o cápside con forma de icosaedro.  Esta membrana lipídica es rica en peplómeros, que son glicoproteínas con actividad enzimática, muy importantes para la capacidad infectiva del virus. Pero es, a su vez, esta membrana la que hace muy sensible al virus frente a detergentes, calor, éter etílico o pH extremo.
                En la infancia, este virus es responsable de la varicela (enfermedad cutánea en forma de erupción seguida de ampollas, que se transforman en costras. Es frecuente ver las lesiones en diferentes estadios evolutivos. Además de la afectación cutánea, que es muy pruriginosa, también hay fiebre, mialgia y malestar general).
                Después de que se produzca el contagio de la varicela o primoinfección –por contagio directo-, el virus se desplaza por los axones de los nervios sensitivos hasta  los ganglios de la raíz dorsal de la médula, o a los ganglios de los nervios conocidos como Pares Craneales. Allí permanece en estado latente durante toda la vida; en este estado no se replica ni causa ningún daño. Ahora bien, cuando el sistema inmunitario se altera (por enfermedad o por envejecimiento) el microorganismo se reactiva y comienza a multiplicarse, lo que produce un cuadro muy doloroso  -no olvidemos que está asentado sobre estructuras nerviosas altamente sensibles-. Las nuevas partículas virales se desplazan a lo largo del axón hasta llegar a la piel inervada por ese nervio, donde forman ampollas.
                Entre los diversos factores descritos involucrados en la alteración del sistema inmunitario que provocarían una reactivación del virus estarían: estrés emocional intenso, graves enfermedades sistémicas, edad, inmunosupresión y corticoterapia, o traumatismos medulares.
Clínica
                En un primer momento la sintomatología es bastante inespecífica, y el paciente suele presentar malestar general, cefalea, fiebre, dolor u hormigueo. El dolor, que en algunos casos es muy intenso, aparece en la región del nervio afecto.
                Unas 24 horas más tarde, surgen –en el dermatoma afectado- unas lesiones dérmicas en forma de mácula eritematosa, que se transforman en vesículas alrededor de 48-72 horas después; luego secan y se transmutan en costras, que duran entre 15 y 21 días. Se resuelven quedando como pequeñas cicatrices.
                Las ampollas son contagiosas por contacto directo en la primera semana. El VVZ no se contagia por aire, ni por fómites, ni gotitas de Pflügge (cada una de las pequeñas gotitas de saliva que se emiten al hablar, toser o estornudar y que sirven de transporte para los microorganismos que se hallan en las vías respiratorias).
                Una complicación muy temida del zóster es la denominada neuralgia postherpética, que consiste en la aparición de dolor de intensidad variable y/o parestesias en la rama nerviosa afectada por el VVZ. Su frecuencia de aparición ronda el 10% de los casos, y es más frecuente en mayores de 60 años. Su tratamiento es complejo, e incluye antiepilépticos (gabapentina), antidepresivos tricíclicos (amitriptilina), analgésicos (paracetamol), AINEs (derivados de la aspirina), mórficos (tramadol) o anestésicos (lidocaína).

Diagnóstico
En las primeras horas es muy difícil de diagnosticar, debido a la vaguedad de los síntomas iníciales. Ahora bien, cuando por simple examen visual se observan máculas, vesículas y costras en el territorio de un dermatoma, precedidas de los pródromos descritos más arriba,  el diagnóstico es clínico, pues muy pocas enfermedades son responsables de este sarpullido tan característico (diagnóstico diferencial con el virus coxsackie).

El citodiagnóstico de Tzank consiste en un examen microscópico de las células presentes en las lesiones. Es positivo si se observan células gigantes multinucleadas (infectadas por el VVZ).
Otras técnicas, menos usadas en la práctica clínica diaria, son la determinación de anticuerpos ( Ig M específica anti VVZ) en sangre del paciente,  la Reacción en Cadena de la Polimerasa o el cultivo del virus en líneas celulares apropiadas.
Tratamiento
Los diferentes tratamientos susceptibles de ser empleados en esta enfermedad no son curativos, dado que la total eliminación del VVZ del organismo es, a día de hoy, imposible. Ahora bien, si el diagnóstico es certero y precoz, la aplicación de dichas terapéuticas palía la sintomatología, así como disminuye la severidad y duración del proceso.
Antivirales: el más usado es el aciclovir, un fármaco que inhibe la replicación del ADN del VVZ interfiriendo con la ADN polimerasa; la posología es de 800 mg cada 4 horas (5 dosis al día) durante 1 semana. Otros antivirales también empleados son el valaciclovir o el famciclovir, cuya posología es más cómoda (3 dosis al día). La brivudina en un antiviral con escasa toxicidad renal y de 1 sola toma diaria. Estos fármacos deberían tomarse antes de que transcurran 72 horas después de comenzar los primeros síntomas para que su actuación fuese óptima.
Analgésicos: pueden emplearse desde paracetamol, a AINEs (derivados de la aspirina©), u opioides –para dolores muy intensos-, cremas con capsaicina – con las lesiones en fase de costra-, anestésicos tópicos –la lidocaína, en forma de parches,  está siendo empleada con éxito para el tratamiento de la neuropatía postherpética-, o antiepilépticos como la gabapentina (por idéntico motivo).
Corticoides: se pueden emplear en asociación con los antivirales siempre y cuando el dolor sea muy intenso; es importante dejar claro que no modifican el curso evolutivo de la enfermedad ni tampoco impiden el desarrollo de una posible neuralgia. Se han empleado prednisona, prednisolona, triamcinolona o ACTH.
Antihistamínicos: usados para aliviar el prurito de las lesiones herpéticas.
Fórmulas magistrales: Es muy frecuente el empleo de soluciones de sulfato de cobre o de zinc (que actúan como antisépticos y astringentes) en infusión de flor de sauco -acción emoliente- para tratar las lesiones cutáneas de herpes simple o herpes zoster.

Profilaxis
                Existe una vacuna frente al herpes zóster, se trata de Zostavax©; es una vacuna compuesta por virus vivos atenuados, y lleva en el mercado desde el año 2006. Diversos estudios la avalan, y se ha demostrado que, con su uso, se ha disminuido la incidencia de la enfermedad.
                En nuestra Comunidad Autónoma –Castilla y León- está indicada en pacientes con edades comprendidas entre 60 y 69 años, y afectos de dos enfermedades concretas: Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC) en tratamiento con corticoides inhalados, y Diabetes Mellitus –DM-, tipo 1 y 2.

                Esto es debido a que, como hemos visto más arriba, el zóster tiene en la edad avanzada su principal factor de riesgo; además, tanto EPOC como DM, afectan de modo no desdeñable al funcionamiento del sistema inmunitario. Se estima que su población diana, en Castilla y León, rondaría las 63.000 personas.       



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Artículo publicado en la Revista Ávila en Salud © ‎Edita: Servicios de Atención Médica Integral XXI, SL (SAMI XXI). Director: Dr. Omar G. Guillermo H. / Depósito Legal: AV 130-2014   / ISSN 2386-8813 / copyright.   www.RevistaAvilaenSalud.com  /   www.revista-avila-en-salud.blogspot.com.es/

Este artículo fue escrito por el Dr. Alberto García Cabello,  en médico especializado en medicina familiar y comunitaria, también es médico especialista en análisis clínicos,,  con ejercicio profesional en el SACYL, en la ciudad de Ávila, Castilla y León, España.


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