viernes, 24 de noviembre de 2017

RELATOS LA EXTRAORDINARIA HISTORIA DE VANESA


 
 
 
Una médico española en una aldea de Malawi. 
RELATOS DE VANESA
Capítulo 2. “El desafío”

 

 

  << Buenas noches,

   Ya nos hemos acostumbrado a este ritmo, y me encanta…  Cuando vengas, y aunque no quieras, aprenderás a mover ese cuerpito tuyo.  La música africana te envuelve y te atrapa, como la propia tierra.

  Ya tenemos equipo.  Espero que te gusten, a mi me han enamorado todos y cada uno de ellos, desde el joven inventor capaz de hacer un molino con una botella, a la mujer luchadora y fuerte que se atreve a mirar con desafío a quienes cuestionan si ella tiene derecho a aprender.  Estoy segura de que te van a encantar.

  Mucha suerte con tu equipo.

  Mandame los datos en cuanto los tengas y te envío los billetes y permisos.

 

  Hoy Morfeo tendrá que esperar…

 

  Amanda.>>

 

  “Suerte con mi equipo”.  Vanesa pensó en el primer candidato y se le pusieron los pelos de punta.  Tan sólo esperaba que el otro candidato llegara pronto porque no iba a perder mucho tiempo con semejante neandertal.  Era una pena, pues su currículo era realmente brillante tanto en formación como en experiencia, pero la primera impresión había sido nefasta.

 

- Por favor, Miriam, haz pasar al “individuo”.

- El “individuo” te está escuchando y ya va camino de tu despacho.

- Estupendo.

 

  La puerta se abrió sin previo aviso.

 

         - Veo que sus modales siguen dejando mucho que desear.

         - El “individuo” se llama Alejandro.  Pero puedes llamarme Alex, rubia.

         - Encantada de haberle conocido.  Ahora puede marcharse por donde ha venido.

         - Bonita frase, no sé dónde la he oído antes.  Y ahora, si no te importa vamos al grano.

         - Más clara no he podido ser, pero me temo que no entiende bien el idioma. 

         - Lo entiendo perfectamente, este y varios mas, pero espero que el tópico de “rubia tonta” no te defina y seas capaz de ver que no vas a encontrar a nadie mejor para el puesto que a mí.

         - Prefiero comprobarlo por mi misma.  Por favor haga el favor de marcharse. 

         - Esta bien rubita.  Empecemos de cero…

 

  Un estruendo sonó en todo el edificio, antes de que Vanesa se pusiera en pié, Alex ya había salido del mismo.  Cuando Vanesa llegó al lugar vio con asombro cómo estaba atendiendo a un herido que se encontraba en medio de la calle.  Había sido un accidente, un choque frontal entre un coche y una moto, y como era de esperar, el motorista había sido el mayor perjudicado.  Alex comenzó a dar órdenes a todos los que se encontraban alrededor, mientras hablaba por teléfono.

 

         - Vamos rubia, bajate de los tacones y haz el favor de echarme una mano.  En el coche hay dos personas.  Aunque no sepas nada de medicina, por favor, acércate a ver cómo se encuentran.  Descríbeme lo que veas, yo no puedo moverme de aquí hasta que llegue la ambulancia.

 

  Vanesa se acercó al coche, no sin antes aclararle a Alex que era medico y que no necesitaba que nadie le dijera lo que tenía que hacer.  Las ambulancias no tardaron en llegar y en poco tiempo todo volvió a la normalidad.  Muy a su pesar, Vanesa tuvo que reconocer que Alex había reaccionado como ella esperaba que reaccionara cualquiera de los que formaran parte de su equipo, con rapidez, seguridad y sabiendo lo que estaba haciendo.

  Cuando las ambulancias pusieron rumbo al hospital Vanesa se acercó a Alex,

 

         - Empecemos de cero.

         - Trato hecho, rubia.

         - No hagas que me arrepienta…

         - No te vas arrepentir.

 

  Ya en la tranquilidad del despacho,

 

         - ¿Qué te motivo a unirte a MSF?

         - Era joven, quería viajar y conocer gente.  Me gusta la aventura.  En cuarto de carrera me fui a un proyecto a Haití.  Cuando volví ya no era el mismo.  Decidí que eso es lo que quería hacer el resto de mi vida.

         - ¿Cómo afrontaras el trabajo en Malawi?

         - Cada uno tiene sus mecanismos para adaptarse.  Coger un avión rumbo a un país desconocido en el que no conoces a nadie, enfrentarte a enfermedades nuevas, con idiomas que no son el tuyo, ver sufrir a la gente.  El nivel de estrés se incrementa con creces, pero cada vez que vas a trabajar das “uno” y vuelves con “mil”.  La sensación de formar parte de un equipo que ha sido capaz de poner una tirita gracias a la cual se salvaran miles de niños y se curaran muchas enfermedades hace que valga la pena todo lo que dejas atrás.  En los centros de refugiados, por ejemplo, la prioridad número uno es el refugio, luego el agua, la comida… la visita del médico es la séptima prioridad.  Mis valores y la percepción del mundo que poseo probablemente será muy distinta a la tuya.  No me considero un ser superior, como tu padre, tan sólo alguien con el conocimiento suficiente para poder ayudar a los demás a dejar de sufrir y si todo sale bien, a disfrutar de una larga y hermosa vida.  No me interesa el éxito profesional, ni el dinero, me interesa vivir e intentar que los que me rodean lo hacen de la mejor manera posible.  Imagino que no es lo que tú estás acostumbrada a experimentar.  ¿La niña rica pretende acallar su conciencia poniendo su propia tirita?

         - Mi conciencia no necesita explicar nada.  Y lo que mi padre hiciera en un pasado no me incumbe.  ¿Por qué estas interesado en el proyecto si eso es lo que piensas de la que será tu jefa? ¿Tienes claro que no voy a permitir que te saltes los protocolos y desobedezcas mis mandatos?

         - Porque el proyecto me atrae, porque es un proyecto a largo plazo y eso es difícil de encontrar.  Porque Malawi lo necesita, porque yo lo necesito y porque sé que no encontrarás a nadie mejor que yo.  Pero ten clara una cosa, ni ordenes, ni mandatos.  No van conmigo.

         - Pues veremos si tienes razón, todavía tengo que entrevistar a más gente.  Te llamaré si eres seleccionado.  Pasa una buena tarde.

         - No tomes demasiado tiempo, no vaya a ser que cuando lo hagas sea tarde.  Un proyecto tan completo como el tuyo no se lo merece. 

        

  Se marchó como había entrado.  Vanesa tuvo claro que, muy a su pesar, ese hombre formaría parte de su equipo.  No solo por sus conocimientos y experiencia, sino porque su visión del proyecto era exactamente como ella quería que fuera. 

  Tres horas y varios candidatos mas tarde, el equipo ya estaba montado y Vanesa comenzaba a sentir ese hormigueo en el estomago.  La ilusión, la esperanza, la fuerza y el temor a lo desconocido hacían que sintiera eso que tanto le gustaba, el desafío.  Nunca le habían gustado las cosas fáciles, quizá porque se empeñaron en que su vida fuera entre algodones.  Ella hubiera preferido sentir el olor de la lluvia en la cara, en vez de vivir bajo un paraguas capaz de parar cualquier sentimiento.  Una vida tan real como ficticia, tan dulce como amarga, pero que le enseñó que había otras formas de vivirla mas simples y verdaderas.

 

  Empezaba la cuenta atrás.  Su corazón latía con la fuerza del anhelo y la tristeza del recuerdo.  Había llegado el momento de decírselo a sus chicas, las de “El café de las seis”.  Las mismas capaces de conseguir lo imposible y hacer de un simple momento una hermosa eternidad.  Sería sin duda, un  difícil paso hacia su nueva vida…

 

******

 

  “Please don’t kill my baby” de Zomba prison project sonaba en el jardín de “la republica”, mientras Vanesa miraba alrededor intentando grabar en la memoria cada rincón del hogar que entre las seis habían construido.  Cuánto las iba a echar de menos. La situación personal de Jimena seguía preocupándola, aunque sabía que  la dejaba en las mejores manos.  Cada una de ellas empezaba a seguir una senda distinta, era el momento de hacerlo.  Aunque ninguna se alejaría tanto como para no poder contar unas con otras, como siempre.  En cuanto el proyecto estuviera más avanzado habían prometido ir a echar una mano y eso hacía que las sintiera más cercanas.

 

  Había sido una semana extraña, y habían decidido que este último día no acabaría.

 

  El vuelo a Lilongüe salía a las diez de la mañana.  Tenía que estar en el aeropuerto a las ocho, y allí estarían todas.  Casi dieciséis horas de vuelo la ayudarían a recuperar fuerzas, por lo que, la noche que acompañaron hasta el alba les bastó para reforzar uniones y compartir recuerdos.

 

  A las siete y media tomaban un café en la cafetería del aeropuerto mientras esperaban al resto del equipo que no tardaría en llegar.  Miriam llegó con Fernando, el joven ingeniero especializado en energías alternativas.  Samuel con Víctor, ambos formaban el equipo de construcción.  Laura, Irene y Sandra terminaban de completar el grupo que pronto pondría rumbo a Malawi aportando psicología, enfermería y logística.   

 

         - No vamos a esperar ni un segundo más.  Si no está aquí a la hora acordada embarcaremos sin él.

 

  Vanesa dejó a un lado su enfado para disfrutar del último abrazo de grupo. Que tanta falta le hacía.

 

  Y efectivamente no llegó.  Embarcaron a la hora convenida con el corazón encogido por la sobredosis de sentimientos y la rabia instalada en su mente.  ¿Por qué se había decidido por semejante espécimen? Se consideraba minimamente inteligente, por lo menos como para  identificar a un caradura si lo tenía delante.  Ahora debía empezar el proyecto sin el apoyo de otro profesional con mayor experiencia que ella.  No quería reconocerlo pero se ponía nerviosa sólo de pensarlo y eso era algo que no se podía permitir.  Ella era el motor y debía ser el mástil en el que apoyarse.  Era uno de sus pilares, su seguridad e independencia, y en ese momento su pilar se tambaleaba.  Se maldijo varias veces por dejarse llevar por la pasión con la que Alex había expuesto sus motivos.  Esos ojos azules como el mar la habían mirado desafiando sus barreras y convenciéndola de que no sería la opción mas fácil, aunque si la acertada.  Y como siempre hacía, había elegido la opción difícil convencida de que conseguiría domar a la fiera.  Se flagelaría hasta la tumba por aquello, pero ahora tocaba seguir adelante, como tantas otras veces.  Encontraría la solución.

  El vuelo hasta El Cairo transcurrió sin novedades, aprovecharon para dormir e intercambiar impresiones, expectativas e incertidumbres.  Tras un par de horas para coger el siguiente vuelo hasta Nairobi emprendieron de nuevo rumbo hacia su futuro.  En esta ocasión, Miriam se sentó a su lado.

 

         - ¿Estás bien?

         - Estoy que hecho humo.  Pero no pasa nada, encontraremos a alguien aunque sea a distancia.  Estoy enfadada conmigo misma por confiar en él y no dejarme llevar por la primera impresión, que muchas veces es la buena.

         - Si te sirve de consuelo, a mí me ha sorprendido tanto como a ti.  Cuando quedé con el para darle los billetes y el papeleo estaba muy ilusionado, como el resto del equipo.  Perdona que te lo diga pero mi primera impresión fue “¡Madre mía, pedazo macizorro!  ¡Por favor, que me dé un síncope y tenga que hacerme el boca a boca!”

         - ¡Por favor Miriam!

         - Perdona bonita, pero el hecho de que tu seas frígida no quiere decir que las demás no tengamos ojos en la cara y ganas en el cuerpo.  Y que me perdone mi niño, pero si sólo se piensa no es infidelidad….

 

  Miriam siempre conseguía sacarle una sonrisa.  Entre risas, nervios y sueños expresados, el viaje se hizo corto y pronto, tras dos escalas y varios aviones, pudieron ver acercarse la roja tierra que sería el suelo que sustentaría el proyecto más importante de sus vidas.

 

  Ya no le parecía tan grave que Alex hubiera decidido no acompañarles y con la seguridad que siempre la acompañaba, bajaron del avión rumbo al hotel en el que harían noche antes de ponerse en marcha al día siguiente.

 

         - Ya era hora, rubia y compañía.  Algunos llevamos ya varios días trabajando.

 

  En la entrada del hotel Alex les estaba esperando con su pose desafiante y atractiva, y un brillo en los ojos que por segunda descolocó a Vanesa.

 

         -  Mi nombre es Vanesa, no lo olvides.  Y  a partir de ahora, cualquier cambio por pequeño que sea, debes notificármelo con anterioridad.  Esto es un equipo y no voy a tolerar este tipo de conductas.

 

  Vanesa se dirigió a la entrada del hotel sin ni siquiera mirarle, pero al pasar a su lado Alex le agarró del brazo y le dijo al oído,

 

         -  Revisa tu correo, rubia.  No voy a dejarte en evidencia, pero no me busques que me vas a encontrar.

 

  Vanesa entró en el hotel con las rodillas flojas, no sólo por la rabia, sino por el alivio de verle aún en el equipo y el calor que le había provocado su tacto.

 

******

 

  Y estas son las tres posibles opciones….

 

1.- Cuando bajan a desayunar, Alex ha vuelto a desaparecer.

2.- El viaje hacia su encuentro con Amanda está repleto de sorpresas.

3.- El encuentro con el resto del equipo resulta ser mejor de lo esperado.

 

  Como ya sabéis.  Podréis dar vuestra opinión vía mail a la dirección info@samixxi.es / avilaensalud@samixxi.es.  En la página de facebook de la Revista Ávila en Salud o en la página de la autora www.facebook.com/miplumavila/.

 
Feliz día y mejor lectura!!!!!

 

Texto.  Lorena Rodríguez.               
Ilustración.  Oskar Salinas.
 

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RELATOS DE VANESSA, es una historia escrita para la Revista Ávila en Salud © ‎Edita: Servicios de Atención Médica Integral XXI, SL (SAMI XXI). Director: Dr. Omar G. Guillermo H. / Depósito Legal: AV 130-2014   / ISSN 2386-8813 / copyright.   www.RevistaAvilaenSalud.com  /   www.revista-avila-en-salud.blogspot.com.es/
Este historia es escrita por Lorena Rodríguez (Escritora)  e Ilustrada por Oskar Salina (Pintor), en Ávila, Castilla y León.

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